Estas burritas, madre e hija, llegaron al refugio mal nutridas y tristes. De hecho Margarita, la mamá, tenía las orejas caídas por la desnutrición tan severa. A día de hoy ya luce sus orejitas levantadas y su tristeza se ha desvanecido.
Son muy cariñosas y tranquilas.
Violeta, a su corta edad, ya sabe lo que es el maltrato. Pero en el refugio están aprendiendo las dos lo que es el amor de personas que las cuidan y velan por ellas.
Violeta es una bebé muy serena, nada traviesa, muy mimosa y defiende muchísimo a su madre.