Estas burritas, madre e hija, llegaron al refugio mal nutridas y tristes. De hecho Margarita, la mamá, tenía las orejas caídas por la desnutrición tan severa. A día de hoy ya luce sus orejitas levantadas y su tristeza se ha desvanecido. Son muy cariñosas y tranquilas. Violeta, a su corta…
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sueños del temple